El salario mínimo interprofesional sube, y subirá más. ¿Qué consecuencias puede tener?

El salario mínimo interprofesional sube, y subirá más. ¿Qué consecuencias puede tener?

A finales de 2017 saltó la noticia: el Gobierno y los sindicatos pactaron una subida progresiva del salario mínimo interprofesional (SMI) para alcanzar los 850 euros en 2020 en catorce pagas. Esto implica que, para garantizar esa progresividad, este 2018 suben los salarios mínimos un 4%, hasta situarse en los 735,9 euros mensuales en 14 pagas (10.302,6 euros anuales). A primera vista, la noticia es muy positiva para todos los trabajadores con las rentas más bajas, pero ¿qué consecuencias reales puede tener esta subida incremental?
Según Fátima Báñez, este incremento del 4% para 2018 afectará a 533.978 trabajadores, el 3,5% de los afiliados al régimen general de la Seguridad Social. No faltan los críticos que afirman que la subida del SMI solo creará precariedad y desempleo, pero en el otro lado de la balanza no faltan quienes ven esto como algo positivo, capaz de aumentar el poder adquisitivo de los trabajadores menos cualificados y de generar, en consecuencia, un mayor movimiento en el comercio minorista, y un aumento del gasto en general.
Sea como sea, desde el punto de vista de una empresa o una pyme que se plantee la contratación de nuevos trabajadores, esto tiene implicaciones económicas evidentes. Por un lado, el aumento en el salario mínimo interprofesional tendrá un impacto proporcional en los costes salariales. Es decir, el empresario deberá aumentar la cuantía de los costes salariales que soporta por disponer de un empleado al que, de una forma u otra, deberá pagar mensualmente un mínimo de 735,9 euros desde enero de 2018, inclusive.

¿Qué pasa con el salario real?

El salario “real” es el que la empresa paga por cada empleado. Es decir, es la suma del salario del empleado y los costes salariales. Esto es, sumar a los 735,9 euros de cada una de las 14 pagas un 29,9%. Y esto es algo bastante simplificado, porque no se añaden al cálculo otros costes que suelen existir, aunque dependan más del empleador. Solo con esto, el salario real, lo que le cuesta a cada empresa un trabajador, se eleva a los 955,93 euros en cada paga de las 14 anuales.
El principal riesgo que podríamos determinar como consecuencia de la subida del salario mínimo interprofesional es que se disparen los costes laborales en los años de bonanza, por decirlo así, y que en caso de que llegue otra época de recesión, ajuste o crisis, este mínimo salarial suponga una barrera de entrada infranqueable para determinados colectivos. Esto es, que el coste salarial sea superior a la productividad estimada de dicho colectivo.
Por otro lado, existen voces que argumentan que dicho incremento podría empujar a algunos empresarios a alternativas a la contratación, tanto legales como ilegales (como fomentar la economía sumergida). Esto, sin embargo, hay que tomarlo con la precaución de que no son más que especulaciones y suposiciones (aunque las firmen expertos).
Lo que finalmente suceda no lo van a decidir de manera explícita las empresas, sino el mercado laboral. Es decir, si nos encontramos en un mercado laboral dinámico, flexible y que genera empleo y productividad, el aumento del salario mínimo interprofesional serán inmejorables noticias para todos, desde el Gobierno, pasando por empleadores y, por supuesto, empleados. Es por esto, quizás, que el Gobierno ha puesto una salvedad a la hora de continuar con los incrementos del SMI: que el PIB real crezca cada año por encima del 2,5 % y que se produzca un incremento de la afiliación media a la Seguridad Social superior a las 450.000 personas.