¿Cómo te puede afectar la revolución digital a tu puesto de trabajo?
¿Cómo te puede afectar la revolución digital a tu puesto de trabajo?
¿Cómo te puede afectar la revolución digital a tu puesto de trabajo?
La respuesta a esta pregunta, como en casi todo, depende de nosotros. La revolución digital y la inteligencia artificial nos aporta un tremendo valor en nuestras vidas. Vivimos y elaboramos nuestros sueños, gestionamos nuestro presente y futuro contando con las posibilidades que nos ofrece la tecnología; pero también nos genera inquietud e incertidumbre en otros aspectos como la posible sustitución de trabajadores por máquinas y robots que aplican la inteligencia artificial.
Dentro de este contexto, en 2013 dos académicos de la Universidad de Oxford, Frey y Osborne, postularon en un estudio que la mitad de los empleos en Estados Unidos podrían ser desempeñados por máquinas. Podría verse como una simple fórmula matemática pero la realidad, como suele suceder, es más compleja. Aunque es cierto que la inteligencia artificial desplaza mano de obra humana, no es tan evidente que tipo de empleos se ven o verán más afectados y también se identifican incrementos de productividad y riqueza que revierten de manera positiva en las sociedades. En todo caso, si se han llegado a identificar variables que parecen apuntar a aquellas posiciones que estén en mayor o menor riesgo y, aunque comparta a continuación algunas claves, también quería trasladaros una reflexión curiosa que se extrae de los últimos estudios en la materia, como los que aporta en experto austriaco en robótica Hans Peter Movarec, que ha llegado a crear lo que se conoce como la “paradoja de Movarec”, según la cual, mientras resulta fácil o económicamente alcanzable aplicar con éxito la inteligencia artificial para reproducir habilidades intelectuales en los seres humanos, al mismo tiempo, es muy complejo programar a un robot nuestra capacidad de percepción del entorno y nuestras habilidades sensomotoras.
Dicho de otra manera más “amigable”: a un robot se le puede enseñar a pensar más rápido y de manera más eficiente que a un ser humano, pero no se le puede enseñar a caminar. Es cierto que los avances en la movilidad de los robots están siendo enormes pero… ¿cuántos años y recursos están llevando a que un robot se tenga en pie, camine, corra o coja objetos? No hablamos de coger piezas de una cadena de montaje, todas iguales o similares y aplicarlas sobre otros elementos igualmente parametrizables… sino a encontrarse con formas, pesos, formas, consistencias y maneras de agarrar muy diferentes y utilizarlas de la manera adecuada en un entorno impredecible y cambiante. La denominada “destreza robótica” parece que aún tiene un largo camino por delante y todo lo que requiera adaptarse y ser “finos” en el proceso de ejecución final (desde un peluquero a un camarero). Detrás de esto están los millones de años de evolución de las especies. Y eso sin meternos aún en lo que tiene que ver con la percepción de variables en un entorno donde se recojan sensibilidades nuestras o de otras personas (cargos aplicados a la gestión de equipos y trabajos que requieran habilidades sociales para comunicar o recoger información, psicología, personal de ayuda a otros, abogados, creativos, solo por dar algunas pistas). Las posiciones que pueden estar en mayor riesgo futuro parece serán las más físicas que no requieran mucha destreza manual, que se desarrollan en ambientes estructurados con procedimientos muy cerrados y que no dependen de habilidades sociales.
A modo de resumen, está en nuestra mano no solo desarrollarnos como personas y profesionales atendiendo estas señales sino añadiendo un barniz humano, creativo, comunicativo y social a nuestro día a día. Os animo a considerarlo y ponerlo en práctica.