Discapacidad y empleo, algunos mitos que deberíamos desmontar

Discapacidad y empleo, algunos mitos que deberíamos desmontar

Las personas con discapacidad encuentran muchas barreras a la hora de su integración laboral. A pesar de que, como sociedad, hemos avanzado mucho, siguen existiendo una serie de mitos y falsas creencias acerca de este colectivo heterogéneo y su relación con el mundo laboral.
Hay que decir que se está haciendo un gran esfuerzo inclusivo colectivo. De hecho, las personas con discapacidad en situación de desempleo son menos cada año, sobre todo entre el colectivo más joven (menos de 25 años) y entre las causas más importantes podemos destacar, la mejora del mercado laboral y la recuperación económica. Además, vivimos una época de cambio progresivo en la mentalidad colectiva y en las empresas. Por esas razones se está comenzando a apostar por la diversidad y la inclusión de este colectivo.
Sin embargo, los mitos y las falsas creencias tienen un peso específico importante en la sociedad. Sigue existiendo un cierto recelo a la hora de contar con personal con discapacidad. Es verdad que existen ciertos empleos incompatibles con algunos tipos de discapacidad, pero existe mucho mercado y muchas oportunidades laborales para todos.

Mitos y falsas creencias sobre el empleo y las personas con discapacidad

  1. Las personas con discapacidad no deben trabajar“. Seguramente, la peor de todas las creencias falsas, y la que más desigualdad fomenta. Todas las personas tienen derecho a acceder a un puesto de trabajo siempre que dispongan de las habilidades, capacidades y destrezas necesarias para desempeñar el puesto, con independencia de si tienen o no discapacidad.
  2. Son personas discapacitadas, no incapacitadas. No son conceptos sinónimos ya que, de hecho, una persona puede estar incapacitada para trabajar sin tener discapacidad. Y de la misma manera, una persona discapacitada puede estar perfectamente capacitada (y cualificada) para trabajar. Este mito se puede asumir como verdad incluso en el entorno familiar, motivado por cierto proteccionismo que les lleva a dudar de las capacidades de la persona. Por eso hay que recalcar, una y mil veces, que discapacidad no es incapacidad.
  3. Son necesarias medidas excepcionales para su integración en la empresa“. Falso, también. Como ya hemos dicho, no son personas incapacitadas, sino personas discapacitadas. Y, sobre todo, personas que se suman a un equipo de trabajo y que, como todo el mundo, necesitan un tiempo de adaptación a las nuevas tareas y atribuciones.
  4. “Las personas con discapacidad necesitan ayuda”. Ver esto como algo negativo es un error. Una vez más, las personas con discapacidad son personas que pueden necesitar ayuda, o no, en momentos puntuales. Pensar que siempre van a  necesitar ayuda, o sentirnos en la obligación de facilitarles las cosas por su condición hace poco por la inclusión. No debemos sobre-proteger o infravalorar a las personas con discapacidad.
  5. Las personas discapacitadas mentales son menos inteligentes (o violentas). Un prejuicio más que, sin conocer el caso, ni el grado de discapacidad; incluso sin saber exactamente en qué consiste dicha discapacidad, nos lleva a discriminar automáticamente a estas personas. No podemos caer en las generalizaciones, ni asumir que serán personas irascibles, poco inteligentes o torpes. Como todo el mundo, necesitan una oportunidad y un marco de desarrollo a su medida.
  6. “Son personas que rinden menos que los trabajadores sin discapacidad”. De nuevo, un prejuicio enorme en el que no se debe caer. Las personas con discapacidad tienen que vencer muchas dificultades diarias, y eso puede hacer que sean personas muy creativas, decididas, tenaces… Son las personas sin discapacidad las que deben pensar en estos términos, sin prejuicios.
  7. “Seguro que faltarán al trabajo por sus citas médicas, o por temas relacionados”. Simplemente, esto es producto de la falta de información y de los prejuicios, de nuevo. En cualquier informe de absentismo que consultemos podremos ver que el que corresponde a personas con discapacidad suele ser inferior a la media. Si el proceso de selección se hace de manera correcta, no debería haber problema alguno. O, por lo menos, no debería haber problemas diferentes a los de los trabajadores sin discapacidad.